Educación inclusiva para escuelas parcipavas
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Revista Senderos Pedagógicos • Nº 7 • enero - diciembre 2016 • pp.121-125 • ISSN 2145-8243
blacional. La Ley General de Educación
de 1994, por ejemplo, declara que la edu-
cación para las personas con discapacidad
es parte integral del servicio educativo,
señalando que los establecimientos públi-
cos deben generar acciones pedagógicas y
terapéuticas en beneficio de la inclusión
desde el principio de equidad.
Sin embargo, en el análisis de las reali-
dades de nuestros contextos educativos,
podríamos afirmar que en algunas ins-
tituciones educativas la población en si-
tuación de discapacidad tiene acceso y un
lugar dentro de, pero las prácticas sociales
y pedagógicas siguen siendo excluyentes
y limitantes. Persiste la creencia de que
estos individuos no “pertenecen” al siste-
ma educativo formal y regular, sino al an-
helado sistema de la educación especial,
siendo por tanto excluidos, limitando sus
aprendizajes, participación y construc-
ción de proyectos de vida dignos.
Aunque no hay que negar que la educa-
ción en nuestro país viene presentando
algunos logros en aspectos como cober-
tura, infraestructura y direccionamien-
to de políticas educativas, son varios los
retos que aún deben trazarse los agentes
educativos, el Estado y sociedad para lo-
grar avances significativos en cuanto a la
calidad educativa. Entendida esta como
la transformación de la enseñanza y el
aprendizaje a partir de procesos que den
respuesta a las necesidades y contextos de
los estudiantes, fomentando su participa-
ción democrática como desafío para la
superación de la inequidad y la pobreza.
Para Marchesi (2014), una escuela de ca-
lidad es la que favorece el desarrollo de
las competencias de todos sus alumnos,
generando y desarrollando estrategias
colectivas para promover la diversidad y
participación de la comunidad educativa
en el logro de los objetivos propuestos.
En otras palabras, una escuela de calidad
es un espacio inclusivo que implica retos,
obligaciones y esfuerzos tanto para las ins-
tituciones como para los agentes educa-
tivos, bajo la premisa de una educación
contextualizada, pertinente y eficaz en el
desarrollo de los ciudadanos del país.
Por su parte, Ainscow y Echeita (2011) sos-
tienen que en la eliminación de las barreras
que se encuentran presentes para el acceso
al derecho de una educación inclusiva de
calidad son necesarias la unión desde dis-
tintos ámbitos, organizaciones y movimien-
tos sociales. En este sentido, la educación
inclusiva es un derecho (Unesco, 2005) que
implica cambios y modificaciones de con-
tenidos, enfoques, estructuras y estrategias,
que permitan avanzar en el abordaje a la di-
versidad de todos los educandos a través de
una mayor participación en el aprendizaje,
y en actividades culturales y comunitarias.
En línea con lo anterior, la educación in-
clusiva está directamente relacionada con
la transformación del sistema educativo y
en específico con lo pedagógico, de forma
tal que maestros y estudiantes se sientan
cómodos en la diversidad; percibiéndola
no como un problema, sino como un de-
safío y una oportunidad para enriquecer
las formas de enseñar y aprender. Induda-
blemente, no es sencillo reducir la exclu-
sión dentro y fuera del sistema educativo;
de ahí que sea presentado como todo un
desafío por Arenas y Sáenz (2013), en tan-
to requiere de la creación de ambientes