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El proyecto cultural de la revista Mito.
Análisis de su primer número
The Cultural Project of Mito Magazine. Analysis of the First Issue
Autor
Carlos Alberto Builes Tobón
Filósofo
PhD. en Español
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Resumen
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Carlos Alberto Builes Tobón
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Revista Senderos Pedagógicos Nº 7 • enero - diciembre 2016 • pp.107-119 • ISSN 2145-8243
El exilio como experiencia fundante
Después de los hechos del 9 de abril de
1948, Colombia intentó recobrar la insti-
tucionalidad y la calma social. Sin embar-
go, el sistema judicial y militar (de la mano
de Laureano Gómez y Rojas Pinilla) em-
prendió una persecución contra las instan-
cias culturales que promovían un cambio
inmediato de gobierno y una renovación
de la cultura. La atmósfera social era irre-
sistible para quienes buscaban espacios de
democracia y libertad de expresión de su
obra. De forma discontinua, y por causas
disímiles, un grupo importante de políti-
cos, escritores, artistas o estudiantes salie-
ron del país.
Cerrada la revista Crítica en 1950 por el
gobierno conservador y abatido por una
persecución judicial y política, el crítico
de arte, escritor y periodista Jorge Zalamea
abandonó el país y se asiló en Argentina
donde pudo desarrollar una agenda cul-
tural que le permitió hacer traducciones
de autores como Dimitri S. Merejhkovs-
ki, Jean Paul Sartre, T.S. Eliot, Paul Valéry
y William Faulkner. Todos ellos determi-
nantes para los escritores en la década
de los cincuenta, especialmente William
Faulkner para Gabriel García Márquez.
Allí publicó también su obra más famosa,
El gran Burundú-Burundá ha muerto (1952),
relato satírico de la historia de un dicta-
dor que recuerda el boom de las dictaduras
en América Latina.
Por motivos políticos, culturales o por
becas de estudio salieron también del
país, a partir de 1950 y hasta 1958
(periodo de mayor crisis institucional en
Colombia), Jorge Gaitán Durán, Gustavo
Vasco, Germán Arciniegas, Alberto Lleras
Camargo (París), Pedro Gómez Valderrama
(Londres y París), Rafael Gutiérrez
Girardot, Hernando Valencia Goelkel,
Eduardo Cote Lamus, Jorge Eliécer Ruíz
y Ramón Pérez Montilla (Madrid). Los
artistas Fernando Botero (España, París,
Florencia), Alejandro Obregón (París,
1949-1954), Enrique Grau (Italia, 1956),
Eduardo Ramírez Villamizar (París, 1950),
Abstract
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la crítica de arte Marta Traba (París, 1949-
1950), el director de cine Francisco Norden
(París y Londres, 1952-1955), el crítico de
cine Hernando Salcedo (París, 1949-1951)
y el sociólogo y sacerdote Camilo Torres
(Bélgica, 1955-1959).
La experiencia del exilio dispersó las dife-
rencias ideológicas o humanas que los ha-
bían distanciado en Colombia. El afuera
les ofrecía a ellos novedad, conocimien-
tos, nuevas amistades, aventuras, viajes
y amores, pero también traía consigo la
experiencia de la soledad y el desarraigo,
el choque cultural y las añoranzas por la
patria. Y fue precisamente en esa expe-
riencia del afuera donde Jorge Gaitán
Durán gestó el proyecto de la revista Mito
en 1952. De acuerdo con lo contado por
Rafael Gutiérrez Girardot:
La idea de fundar la revista Mito nació
en Madrid en el verano de 1952. Jorge
Gaitán Durán estaba en París y en ese
verano pasó por Madrid, en donde nos
encontrábamos Hernando Valencia,
Eduardo Cote Lamus y yo [Rafael
Gutiérrez Girardot] con él (Gutiérrez
citado en Sarmiento, 2006, p.436).
Jorge Gaitán había vivido dos años
en París y había visto el mundo de las
revistas francesas, especialmente Les
Temps Modernes, de Jean Paul Sartre. Otro
testimonio que da cuenta de cómo fue en
Europa donde se iniciaron los primeros
contactos para hacer la revista, lo cuenta
Pedro Gómez Valderrama en el prólogo
a las obras completas de Gaitán. En el
invierno de 1953 se encontraron en
Londres Pedro Gómez, Mario Latorre,
César Simmonds y Jorge Gaitán. Venía
él cargado de las experiencias que había
vivido en París, Rusia y China, llegaba con
el proyecto de Mito y quería compartirlo
con sus amigos.
Mito, la revista cuya fundación tenía
Jorge acordada con Hernando Valen-
cia cuando llegó a Londres, estaba
destinada a ser reflejo de su espíritu
libre, abierto, imposible de plegar a
las normas establecidas del espíritu
burgués; no podía crearse una alianza
más eficaz que la de ellos dos, para ha-
cer una revista de tanta significación,
para crear un sistema de decantación
literaria, de coexistencia espiritual,
de examen implacable y de descubri-
miento (Gaitán, 1975, p.10).
Estas palabras escritas casi veinte años
después del encuentro entre los amigos
en Londres, hacen ya un juicio histórico
sobre la revista y sobre el dúo fundador:
Jorge Gaitán y Hernando Valencia quie-
nes consolidaron un sueño de muchas
generaciones de escritores.
Yo conocí a Jorge, fugazmente, en el
46 o 47, cuando él publicó su primer
libro, aquí en Bogotá; y lo conocí, cla-
ro, en el café El Automático. Allí iban
León de Greiff y Jorge Zalamea, y otros
que eran el centro de la tertulia. Yo no
era asiduo pero de golpe iba. Tampo-
co me hice muy amigo de Jorge en ese
momento. Yo estudiaba filosofía en La
Nacional. Luego Jorge se fue, después
del 9 de abril, para París, y yo me iría a
España en el 50. En España nos vimos
un par de veces y nos hicimos más ami-
gos; él andaba en plan de poeta y había
publicado ya dos libros; se sabía que
era poeta y que tenía alguna reputa-
ción para la cosa política también. Yo
no era poeta pero tenía muchos ami-
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gos poetas; Cote Lamus por ejemplo:
él fue el contacto. También estaban
en España Gutiérrez Girardot y Jorge
Eliecer Ruiz; más tarde llegó Ramón
Pérez Montilla. Además, por esa épo-
ca ya estaba Eduardo Carranza en la
embajada de Madrid; y Eduardo ya co-
nocía a Jorge. En fin, creo que era un
mundillo: todo el mundo más o me-
nos se conocía o estaba interesado en
conocerse (Valencia, 1997).
El capital cultural que Jorge Gaitán acu-
muló en Europa enriqueció el proyecto de
la revista. Su idea era incorporar a escrito-
res internacionales que le dieran calidad y
renombre, pero sobretodo pensaba en es-
critores jóvenes internacionales, de su mis-
ma generación, como era el caso de José
Manuel Caballero Bonald (España-Gene-
ración de los 50) quien estuvo presente
también en los orígenes de Mito. En una
carta personal Gaitán Durán le comparte
y lo invita a participar de la publicación.
Querido Pepe: Estoy organizando en
compañía de un equipo reducido pero
valioso una revista bimestral de litera-
tura, a la que llamaremos Mito. Apenas
llegue, pienso proponerle a Hernando
Valencia que colabore conmigo. He
reunido muy buen material, tanto en
traducciones como en textos originales.
Espero que nos envíes tu colaboración.
Me interesa que colaboren en Mito, al
lado de los Monstruos Sagrados, los
jóvenes escritores de España y América
que están actualmente trabajando en
serio (Gaitán, 1955, p.1).
Caballero Bonald ha sido una fuente muy
importante para esta investigación. Él co-
noció a los del grupo de Mito en Madrid,
los ayudó a darse a conocer en el círculo
literario español, mantuvo con ellos una
correspondencia que guarda con mucho
cariño, y entre 1959 y 1961 fue a Colombia
en una pasantía a la Universidad Nacional
que fue gestionada por los del grupo Mito.
Él debería ser considerado un integrante
del grupo Mito.
Las condiciones históricas de 1955.
Entre el desarrollo económico y
la dictadura
La paradoja de la realidad colombiana
entre 1946 y 1955 consistía en que las
instituciones democráticas habían desa-
parecido, empero, fue la época donde la
economía despegó con mayor auge. Era
tal la complejidad social fruto de la gue-
rra partidista que la llegada al gobierno
del general Rojas Pinilla en 1953 fue bien
recibida y aceptada por amplios sectores
sociales, los partidos políticos e institucio-
nes colombianas. El final de la primera
etapa de la llamada Violencia (1946-1954)
parecía llegar a su fin. Durante los prime-
ros meses del mandato del general se res-
piraba en Colombia un aire de esperanza
que hasta los mismos miembros de Mito
lo confirman. Al regresar de Europa Her-
nando Valencia Goelkel comentaba las
diferencias de la Bogotá que había dejado
en 1950 y la que encontraba en 1955.
No obstante al comienzo del gobierno de
Rojas Pinilla, es decir, en la Bogotá que yo
encontré a mi regreso, vivía una época de
prosperidad sorprendente – prosperidad
material, es obvio. Yo me encontré, y creo
que Gaitán también, con que allí había
una cosa de la cual nunca nos enteramos
El proyecto cultural de la revista Mito. Análisis de su primer número
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Revista Senderos Pedagógicos Nº 7 • enero - diciembre 2016 • pp.107-119 • ISSN 2145-8243
muy bien a lo largo de la existencia de
Mito, que se llamaba televisión (…) Había
una de las recurrentes bonanzas cafeteras
y la consiguiente apertura de importacio-
nes. Había maravillas técnicas para quie-
nes vivíamos en el viejo Bogotá, como los
teléfonos que funcionaban poniéndoles
una moneda. En fin, la situación econó-
mica era vagamente satisfactoria y tam-
bién la llegada al poder de Rojas Pinilla
había cancelado por un momento uno de
los episodios más tensos de la violencia
política del país (Aljure, Gaitán y Cote,
1990, p.159).
La modernización que Colombia comen-
zó a vivir en la década de los cincuenta
estaba cambiando las formas de vida ru-
ral y provincial. La llegada de miles de
familias jóvenes a las grandes ciudades
implicó un cambio en la oferta de consu-
mo. Los servicios de transporte, medios
de comunicación, vivienda y cultura se
desarrollaron rápidamente. Salas de cine
y teatro, nuevas escuelas y universidades,
nuevas revistas y museos daban cuenta de
un despertar hacia una cultura más cos-
mopolita.
La violencia que desde 1948 a 1954 había
encerrado a Colombia en una guerra polí-
tica liderada por conservadores franquis-
tas, asfixiado el ambiente cultural, parecía
quedar atrás. La llegada de Gaitán y de
los intelectuales, escritores y artistas que
habían salido de Colombia daba nuevos
aires al país. Ellos, a su vez, encontraron
que había una necesidad de respuestas
estéticas y éticas a las ansiedades de las
nuevas generaciones de estudiantes que
llenaban las universidades y las fábricas.
Gaitán decía que Colombia estaba pasan-
do por un momento definitivo entre las
relaciones sociedad-cultura:
(…) yo creo que en los últimos años, si
bien los institutos básicos han tenido
grandes problemas por la violencia y
otros factores políticos, se ha presenta-
do un fenómeno de lucidez, en lo que
respecta a las relaciones culturales con
los elementos dinámicos de la socie-
dad (Gaitán, 2004, p.189).
Y describía cómo esos jóvenes universita-
rios estaban deseosos de prepararse inte-
gralmente para responder a los grandes
retos que Colombia debía superar:
(…) los muchachos de hoy que tienen
la edad que yo tenía al publicar mi pri-
mer libro estudian ahora problemas
como la novela, el teatro, el cine, la
filosofía, etc. Puede decirse que ellos
son los verdaderamente intelectuales,
porque precisamente el intelectual es
un hombre que pretende influir so-
bre la historia, es decir transformar el
mundo (Gaitán, 2004, p.189).
Esas dos realidades por las que Colombia
pasaba; esto es, un proceso de moderniza-
ción en todos sus aspectos materiales y unas
nuevas demandas culturales afianzaron la
pertinencia del proyecto de una revista cul-
tural que ofreciera desde la literatura, el arte
en general y la política una plataforma a los
nuevos intelectuales del país.
El proyecto cultural y el explosivo
inicio de la revista Mito
En mayo de 1955 salió a la luz pública una
revista cultural llamada Mito. Su portada
recuerda el formato clásico de las revistas
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del engagement (compromiso social) francés
(Les Temps Modernes o L´Esprit). El color
rojo de Mito y EM (Ediciones Mito) era una
clave política para el lector. Recuérdese
que en Colombia los colores simbolizaban
la opción ideológica: el color rojo para los
liberales y el azul para los conservadores.
Se estableció claramente que sería bimen-
sual y que su orientación sería cultural y
no solo literaria. Aunque la bimensualidad
fue en diferentes ocasiones incumplida, a
lo largo de sus siete años (1955-1962) se
trató de mantener tal periodicidad. La
oferta cultural que se presentaba a consi-
deración de los lectores en el primer nú-
mero de la revista Mito comenzaba con
una traducción inédita sobre el Marqués
de Sade, Diálogo entre un Sacerdote y un Mo-
ribundo y un artículo de Gaitán analizando
la actualidad de Sade en las nuevas ten-
dencias estéticas del erotismo, a las cuales
él se anexaba.
Por aquella época George Bataille había
dado a conocer sus trabajos sobre filo-
sofía y erotismo. Bataille había traído la
figura y los textos de Sade a Francia en
la década de los 50. Jorge Gaitán leyó
sus libros en Paris los cuales tuvieron
gran influencia en la poesía del erotis-
mo que Gaitán después publicó y ade-
más lo animaron para publicar y tradu-
cir en Colombia al Marqués de Sade.
Ese primer artículo proyectaba una de
las características centrales de la revista,
ofrecer traducciones inéditas o de autores
prohibidos o desconocidos en la escena
cultural colombiana. Sin embargo, el ha-
ber ofrecido a Sade como artículo central
también significaba retar a la tradición cul-
tural hegemónica que estaba representada
por Rafael Maya y sus tendencias de miti-
ficación de los héroes colombianos, de la
literatura del siglo xix y comentarios sobre
las sagradas escrituras. Esta era una forma
de evadir las nuevas tendencias francesas
de engegement que eran vistas con recelo.
Las consecuencias del primer número de
Mito no se dejaron esperar. La iglesia reac-
cionó duramente alegando que la revista
ponía en dudas la moral pública al ofrecer
a sus lectores traducciones de autores que
estaban prohibidos en el Índex. La cer-
canía de la dictadura con la iglesia tuvo
efectos legales y la revista fue multada y
avisada de las reclamaciones eclesiásticas.
La Revista Mexicana de Literatura (1955)
registró en su primer número el incidente
del inicio de Mito.
En el número I de la misma revista
Mito, precedido por un inteligente pró-
logo de Jorge Gaitán Durán, se publicó
por primera vez en traducción española
“Diálogo entre un sacerdote y un mori-
bundo”, uno de los textos capitales del
Marqués de Sade. (…) Las autoridades
eclesiásticas se apresuraron a denunciar
el hecho ante el gobierno de Colombia,
y el Estado estuvo a punto de clausurar
Mito. Para que pudiera seguir el segun-
do número, fue necesario que los edi-
tores depositaran una fianza de dos mil
pesos colombianos (Revista Mexicana
de Literatura, 1955, p.45).
Este eco internacional puesto en escena
en la revista de Carlos Fuentes, ilustraba
la polémica del explosivo inicio de Mito.
Está claro que los editores de la revista
buscaban impactar a sus lectores con una
oferta nueva y alternativa que les permi-
tiera encontrar otras voces culturales para
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comprender el complejo mundo que se
vivía en la década de los cincuenta; por
un lado un despertar cultural fruto de la
postguerra y un ambiente de esperanza
por la llegada al poder del general, del
cual se pensaba iba a pacificar el país.
El público de lectores al cual estaba di-
rigida la revista era pequeño pero influ-
yente, como decía el slogan de la emisora
HJCK, “Para la inmensa minoría”. Y aunque
la recepción de la revista fue positiva en
la prensa es exagerado pensar que atrajo
el interés nacional. Su presencia fue más
bien simbólica, hablaba de una Nueva Ge-
neración que quería influenciar en el desti-
no del país. Una Revolución Invisible que
buscaba minar aspectos fundamentales
de la cultura colombiana, uno de ellos el
tabú sexual. Sade fue solo el inicio de de-
cenas de artículos y traducciones sobre el
erotismo, la diversidad sexual, las agresio-
nes sexuales a las mujeres colombianas o
simplemente la expresión del amor libre.
Ahí estaba el peligro de Mito para la igle-
sia y la cultura tradicional.
En una país que se había encerrado en
una guerra política, el flujo de capitales
culturales nacionales e internacionales
era muy poco, por lo menos aquél que
permitiera actualizar al país en las tenden-
cias estéticas y literarias de la época. Mito
se presentó como vanguardia al introdu-
cir autores y traducciones desconocidas o
prohibidas por la iglesia pero su proyec-
to era más abarcador. Además de la tra-
ducción del Marques de Sade se publicó
también las de Saint John Perse, Vientos,
hecha por Jorge Zalamea, directo de la re-
vista Crítica. Aquella era una forma de in-
corporar la tradición de la revista cultural
más importante anterior a Mito. Ese era el
talante de Gaitán, el de poner en diálogo
lo que él consideraba lo mejor de la tradi-
ción literaria y cultural colombiana.
La presencia de León de Greiff, con el
grupo de poesías Sonatina era un home-
naje al más grande poeta colombiano de
la época. Jorge Zalamea y León de Greiff
pertenecían a la generación de Los Nuevos
con la que Jorge Gaitán se identificaba en
diversos aspectos. Al integrar a sus dos
más grandes representantes, Mito señala-
ba al campo nacional literario su deseo de
ser un espacio universal y plural para la
expresión de la cultura.
Si la poesía ocupaba un lugar central en
la revista también la prosa se hacía sentir
(recuérdese la florescencia de escritores y
movimientos narrativos de la época como
el grupo de Barranquilla o los escritores
de la llamada Literatura de la Violencia).
Es por eso que aparecen como represen-
tantes de la nueva narrativa colombiana
los escritores Pedro Gómez Valderrama
con un atípico tema para la época, Con-
sideración de brujas y otras gentes engañosas,
que fue publicada en los dos primeros
números. Ese aspecto esotérico y mágico
de la narrativa colombiana va a inaugu-
rar una nueva concepción de la misma,
que más tarde será estigmatizada como el
realismo mágico, siendo en ese sentido
Gómez Valderrama tan importante como
Gabriel García Márquez:
Mito, fue una ventana a la realidad,
a la democracia y a la cultura en su
sentido más amplio, sin barrera de
ninguna clase. Esto se notaba en las
cosas que escribía en Mito Gaitán y
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alguno otro. Pero por lo demás, los
otros, como Pedro Gómez Valderrama,
que era un gran escritor anterior a
García Márquez, su obra La Otra Raya
del Tigre, es un libro espléndido, tan
importante para mí como el mismo
Cien Años de Soledad (Caballero,
comunicación personal, 2012).
En el campo internacional aparecen los
poetas Vicente Aleixandre con Ausencias
y Octavio Paz con Refranes. Los escritores
de la generación española del 27 fueron
una referencia para los jóvenes españoles y
colombianos que vivieron o viajaron a Ma-
drid a comienzos de la década de los cin-
cuenta. Aleixandre era como un maestro
para ellos y su presencia en Mito afianzaba
la imagen cosmopolita de la misma. Ade-
más representaba al grupo de patrocinado-
res internacionales de la revista. El caso de
Octavio Paz respondía más a la afinidad
estética que Gaitán Durán sentía por el
poeta mexicano. En suma, Madrid y Méxi-
co fueron dos centros culturales donde la
revista Mito buscaba darse a conocer.
Existía además una sesión de Notas
bibliográficas o de noticias culturales o
políticas de Colombia y del mundo. En
ella se trataba de mantener actualizado
al lector de las obras publicadas
recientemente. Sobresale en el primer
número la corta novela de Gabriel García
Márquez, La Hojarasca, cuya referencia se
repitió también en el segundo número
de Mito. Con la presencia de Márquez en
Mito, la influencia y referencia del grupo
de Barranquilla o La Cuerva en la misma
fueron evidentes. Así mismo, se referenció
el libro de Fernando Arbeláez, Testigos de
nuestro tiempo, donde se incluyen ensayos
sobre Perse, Neruda, Rilke, Eliot y García
Lorca. Un texto que iba en la misma clave
cosmopolita de la revista de Gaitán. De
otra parte, Fernando Arbeláez (1924-1995)
representaba el grupo de Los Cuadernícolas
que tanto influiría en Mito a través de
Álvaro Mutis, Héctor Rojas Herazo,
Rogelio Echavarría o Andrés Holguín.
En el campo internacional resaltan
los libros de Simone de Beauvoir, Les
Mandarines y el de la joven escritora
Francoise Sagan, Bonjour Tristesse. La
principal novela escrita por Beauvoir
representaba el universo político y
amoroso de los intelectuales franceses de
la postguerra. Las profundas relaciones
estéticas y políticas que Gaitán tuvo con
el círculo hegemónico francés de Jean
Paul Sartre, Albert Camus y Simone de
Beauvoir y la revista Les Temps Modernes
le dieron un carácter diferenciador
que contenía una simbiosis entre
existencialismo y engagement. De otra
parte, la aparición del libro de Francoise
Sagan afirmaba también la tendencia de
Mito a resaltar a las nuevas generaciones
de escritores franceses. La Nouvelle
Vague, de la cual haría parte Francoise
Sagan más tarde, cambió la concepción
del cine francés e hizo parte del choque
generacional que Francia vivió en la década
de los cincuenta y que posteriormente
impactaría a Norteamérica y a América
Latina. Bonjour Tristesse fue llevado al cine
por Otto Ludwig Preminger en 1958.
Las nuevas generaciones de escritores
españoles estaban representadas en el
primer número de Mito a través de José
Manuel Caballero Bonald, con la reseña
del su libro Memorias de poco tiempo. El
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deseo de Jorge Gaitán fue siempre el de
dar a conocer a los jóvenes poetas de la
generación española del 50. En una car-
ta a Caballero Bonald en 1954, Gaitán
alababa el trabajo del poeta español pero
lo invitaba a continuar en el perfecciona-
miento de su obra:
(…) no quiero decir que en Memorias
de poco tiempo te repitas. Tu libro es
un organismo vigoroso y bien constitui-
do, en donde nada sobra, ni falta. Pero
temo –lo temo por todos los jóvenes de
reconocido talento– que, engolosinado
por el valor de tu último libro, te repi-
tas en obras futuras (Caballero, 1954).
El cine siempre ocupó un lugar central en
la revista Mito. Las Notas finalizaban con
dos películas que en 1954 había llamado
la atención de la crítica. Nido de Ratas (On
the Waterfront) del director griego esta-
dounidense Elia Kazan, y Trigo Joven (Le
Blé en Herbe) del director francés Claude
Autant-Lara, quien dirigió también Le Dia-
ble au Corps y Rouge et Noir de Stendhal.
Esta última película fue famosa en Colom-
bia porque la Junta de Censura Cinemato-
gráfica prohibió su proyección en la salas
de cine Colombiano. El cine era conside-
rado para los editores de Mito el arte que
reunía lo mejor del espíritu contemporá-
neo de la postguerra. En él estaban presen-
tes todos los sentidos y todas las artes. A
través del cine un guion podía convertir-
se en una obra de arte por el poder de la
tecnología. Las Notas contenían, también,
una sección titulada Vida Cultural que en
aquella ocasión publicitaba la conferencia
sobre La Crisis Moral en Colombia, dictada
por Jaime Posada Díaz y Gonzalo Canal
Ramírez. Además se celebraba la presencia
de la revista Prometeo, revista mensual de
literatura dirigida por Belisario Betancur y
Diego Tovar Concha, jóvenes intelectuales
conservadores.
La última sección de la revista Testimo-
nios rompía con la tradición de revistas
culturales y literarias antes conocidas. La
posibilidad de publicar investigaciones
de carácter psicológico, social, jurídico y
testimonial daba a la revista Mito una no-
vedad y función de crítica social. Los testi-
monios más reveladores causaron estupor
en algunos círculos de la sociedad. Los
abusos sexuales, el tabú sobre la muerte,
el drama de las cárceles, la sexualidad, la
homosexualidad, la prostitución, la situa-
ción de los hospitales, la violencia, la gue-
rrilla, la iglesia y el Estado, y testimonios
humanos que podían retratar las duras
realidades de la sociedad colombiana.
2
En diálogo con Eduardo Cote Lamus en
la Radio Revista Mito de la emisora HJCK,
Gaitán Durán respondía a los críticos que
consideraban la revista alejada de la reali-
dad colombiana,
(…) bueno, creo que hasta cierto pun-
to, usted nos acaba de hacer la misma
objeción que nos hacen muy frecuen-
temente personas que son muy ami-
gas nuestra. Pero hemos hecho un
esfuerzo considerable en el sentido de
presentar de una manera descarnada,
2
Los principales testimonios aparecieron en M
(Mito). 1 El drama de las cárceles colombianas, M. 2
Un juez rural en Guatequí, M. 4 Historia de un matri-
monio colombiano, M. 5 La cárcel colombiana, lugar de
castigo, M. 6 La vocación y el medio: historia de un escri-
tor, M. 14 La confesión de un emigrado húngaro, M. 21
Gabriel Trillas, El quinto día llovió en Argeles (relato),
M. 29 Historia de una muchacha colombiana, M. 37 y
38 Historia de otra muchacha colombiana.
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viva, una serie de problemas naciona-
les que sinceramente nadie se había
atrevido a plantear hasta que apareció
Mito en el panorama de nuestra cultu-
ra y de nuestra vida. Usted sabe per-
fectamente, que a su llegada encontró,
por ejemplo, la publicación de este
atroz documento Historia de un matri-
monio campesino, basado en una tesis
de grado del doctor Humberto Sala-
manca Alba, que hablando claramente
no ha sido bien comprendido. No solo
la clásica mojigatería de nuestra socie-
dad, sino también el esnobismo nues-
tro ha hecho personas muy respetables
e inteligentes no comprendan ese tes-
timonio formidable sobre la vida en el
campo colombiano. A este propósito
quería preguntarle Eduardo, si usted
considera desmesurado, imprudente
o impertinente la publicación de este
documento extraordinario (Gaitán,
Archivo en audio, 1961).
Al analizar detalladamente el primer nú-
mero de Mito, se pretende presentar la es-
tructura central que mantuvo la revista a
los largo de sus siete años de existencia y
ofrecer una panorámica de los diferentes
campos culturales que la misma buscaba
abarcar. A continuación se analizará el pri-
mer editorial donde los directores (Jorge
Gaitán y H. V. Goelkel) presentaron el pro-
yecto intelectual y cultural que acompañó
a la revista y al grupo Mito.
El primer editorial: el poder simbólico
de la palabra
Cuando se lee el editorial del primer nú-
mero de la revista Mito se encuentra que
corresponde a una autoría colectiva (un
nosotros) que en forma de manifiesto
expresa su proyecto intelectual al campo
cultural nacional. El poder simbólico
de las palabras para expresar sus obje-
tivos recuerda la dimensión estética de
su proyecto humano, “necesitamos que
aparezcan (las palabras) con la nitidez de
un dibujo sobre el fondo esencialmente
ambiguo que es la existencia” (Gaitán,
1956, p.1).
Existen dos dimensiones en donde las
palabras pueden estar en situación, la
primera consiste en la expresión estética y
cuidadosa de lo que se quiere escribir. La
forma importa tanto como el contenido.
La segunda dimensión es la responsabili-
dad y honestidad que debe acompañar a
la producción literaria. Ambas dimensio-
nes, la estética y la ética, llevan al lenguaje
“a su máxima densidad o a su máxima
tensión, en donde aparezca o una proble-
mática estética o una problemática huma-
na” (Gaitán, 1956, p.1).
También se explica el sentido del nombre
de la revista. La referencia del Mito como
la imagen prototípica que orienta a las so-
ciedades es utilizada para conjurar su po-
der a través del análisis interdisciplinario
de la realidad. De igual forma la revista
buscaba desmitificar a los grandes perso-
najes de la historia y de la literatura para
darles el valor adecuado sin olvidar nunca
su faceta humana y finita.
Mito le ha dado un nuevo tratamiento a
la temática tradicional colombiana, a pro-
blemas tan antiguos como el de la biogra-
fía, que con la contribución de Hugo La-
torre y modestamente con la de mi propio
libro, ha adquirido un significado nuevo
que viene muy adecuadamente como in-
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terpretación del nombre que ha adopta-
do la editorial al llamarse Mito; porque es
la biografía no ya con el criterio de erigir
el Mito sino de destruir el Mito en cuan-
to pueda tener de acartonado y de con-
vencional, para reducir a proporciones
humanas, a proporciones colombianas a
personajes como el doctor Alfonso López,
a quien normalmente los biógrafos se sen-
tirían interesados a tratar el clásico proce-
dimiento que se ha usado en Colombia a
no presentar a los hombres de la historia
en el marco de su historia doméstica ni
de su vida cotidiana, sino en permanente
estado de hombres públicos, de hombres
en perfección, para que con esa Mitología
sean recogidas las páginas de la historia
(López, Archivo en audio, 1961).
Así lo explicaban, “aceptamos el Mito en su
plenitud para mejor desmitificarlo y más fácil
torcerle el cuello” (Gaitán, 1956, p.2). Posi-
blemente esta es una alusión al conocido
poema Torcerle el cuello al cisne, de Enrique
González Martínez, poeta mexicano, el cual
rezaba así: “Tuércele el cuello al cisne de
engañoso plumaje / que da su nota blanca
al azul de la fuente; / él pasea su gracia no
más, pero no siente / el alma de las cosas ni
la voz del paisaje” (González, s.f).
La libertad con la que se creó la revista no
permitía que se crearan influencias faná-
ticas con los lectores; ellos debían gozar
de la capacidad para escoger lo que con-
sideraran mejor. Ese espíritu de respeto
por las ideas ajenas, extraño en una dé-
cada sectaria y radical, les permitió dejar
muy claro los supuestos básicos que los
dirigían: “rechazamos todo sectarismo,
todo sistema de prejuicios. Pretendemos
hablar y discutir con gentes de todas a las
opiniones y de todas las creencias. Esta
será nuestra libertad” (Gaitán, 1957, p.3).
Y así lo demostraron en la práctica crean-
do una sesión de correspondencia
3
en
donde los lectores expresaban sus opinio-
nes e inconformismo con la revista.
En la contraportada se puede apreciar al
grupo de patrocinadores de la revista que
fue creciendo a lo largo de los siete años que
estuvo en circulación. En el primer número
aparecieron: Vicente Aleixandre (España),
Luis Cardoza y Aragón (Guatemala), Carlos
Drummond de Andrade (Brasil), León de
Greiff (Colombia), Octavio Paz (México)
y Alfonso Reyes (México). En el segundo
número apareció también el famoso escritor
y formador de las nuevas generaciones
Eduardo Zalamea Borda. A partir de Mito
3 se unió al comité patrocinador el chileno
Ricardo Latcham. Todos los anteriores se
mantuvieron invariables hasta 1960 cuando
en Mito 31-32 se unieron al grupo Jorge Luis
Borges (Argentina) y Mariano Picón Salas
(Venezuela).
La presencia de estos escritores interna-
cionales en el comité patrocinador dio un
3
En la correspondencia sobresalen cuatro cartas
que criticaban abiertamente las directrices de la
revista o a sus miembros. Cartas que fueron pu-
blicadas en su totalidad a pesar de que algunas
tenían gran extensión. Véase, M. 1. Carta de Da-
río Mesa a los directores, Revista de una clase mori-
bunda. M. 9. Jorge Child, La comedia de los errores.
M. 34. Carta crítica de Darío Ruiz a la dirección,
¿Es neutral el sexo? Carta de Bernardo Carreño a la
dirección, Contra los Intelectuales. Al publicar Gai-
tán Durán a sus críticos daba coherencia a la línea
editorial de respeto por las diferencias estéticas o
políticas, pero a su vez, los invitaba a participar
activamente en la revista haciendo sus aportes en
sus especialidades. Darío Mesa y Jorge Child se
convirtieron en articulistas de la revista.
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prestigio enorme a la revista y a Gaitán,
quien podía mostrar al campo literario
nacional el respaldo con el que contaba.
Esta estrategia literaria le trajo beneficios
de carácter simbólico que supo aprove-
char más tarde cuando se convirtió, él y
su revista, en entidades consagratorias en
las letras y artes colombianas. Al contar
con un respaldo tan selecto de escritores
nacionales e iberoamericanos sus apun-
tes, comentarios, análisis y críticas adqui-
rieron un valor agregado.
Conclusiones
Aproximarse al primer número de la re-
vista Mito ha permitido analizar el proyec-
to cultural y literario en el que se embarcó
Jorge Gaitán Durán y el grupo Mito. Un
itinerario intelectual que había comen-
zado cuando muchos de sus integrantes
estaban estudiando y viviendo en el exte-
rior. La experiencia del afuera marcó el
inicio del proyecto Mito. La mirada hacia
la cultura colombiana desde una pers-
pectiva cosmopolita singularizará a aquel
grupo de escritores intelectuales que bus-
caron responder desde sus respectivos
campos literarios al momento histórico
por el que estaba pasando Colombia, la
llamada Época de la Violencia.
El campo literario colombiano con el cual
Jorge Gaitán entró en diálogo fue inter-
generacional, pues pasaba desde los inte-
grantes de la generación de Los Nuevos, así
como a los de Piedra y Cielo, Los Cuaderníco-
las, el grupo de Barranquilla, los del grupo
de la revista Crítica hasta los literatos de la
violencia, entre otros. Maestros, escritores
consagrados como nuevos escritores y poe-
tas encontraron en Mito un lugar de expre-
sión estética y ética superando los proble-
mas de radicalismo político que marcaban
la época en Colombia.
El campo internacional literario de Mito
estuvo enmarcado desde dos grandes cen-
tros Madrid y París. Fue alrededor de la
revista Les Temps Modernes de Jean Paul
Sartre y del grupo de escritores de Ma-
drid (generación de los 50 y generación
del 27) desde donde Mito se referenció
en la república mundial de las letras. Es-
critores latinoamericanos acompañaron
la aventura de Mito escribiendo en ella
o apareciendo en sus portadas como los
patrocinadores de la revista. Entre un cos-
mopolitismo cultural y un nacionalismo
ilustrado, Jorge Gaitán Durán presentó el
proyecto cultural de Mito a una Colombia
en guerra y relegada culturalmente por el
legado de la iglesia, quien mantenía por
aquel entonces el poder de la censura.
Para cerrar, puede afirmarse que el en-
tronque Gaitán Durán y Mito permite
ampliar la discusión y la crítica literaria
en Colombia, encontrándose como vacío
investigativo que hasta ahora los estudios
que se han hecho sobre la revista Mito no
han incluido la obra epistolar y crítica de
Gaitán Durán. Desde la experiencia del
estudio de Mito pudo constatarse que el
conocer la obra y trayectoria de Gaitán
Durán aporta nuevos elementos para el
análisis de la revista, ofreciendo también
nuevas herramientas a la crítica literaria
para interpretar la función que el grupo
y la revista Mito han tenido en la confor-
mación de la institución moderna de la
literatura en Colombia.
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Referencias
Aljure, S. Gaitán, E. y Cote, P. (1990).
Textos sobre Jorge Gaitán Durán. Bogotá:
Ediciones Casa Silva.
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