Juan Felipe Vanegas Upegui
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Revista Senderos Pedagógicos • Nº 7 • enero - diciembre 2016 • pp.41-56 • ISSN 2145-8243
opiniones fundamentadas y propuestas
viables, es una forma de participar en lo
político, concordante con los desarrollos
teóricos realizados para la reflexión.
Es importante señalar que, aunque no son
nombradas de manera directa por los jóve-
nes, estos participan social y políticamen-
te a través de expresiones artísticas tales
como marchas juveniles, presentaciones
de poesía y teatro, además de diversas to-
mas lúdico-recreativas, solo por mencionar
algunas de dichas expresiones con sentido
político, en las que involucran a niños,
adultos mayores y otros actores sociales,
y mediante las cuales hacen uso activo de
su ciudadanía en los escenarios locales.
No en sentido clásico y tradicional, sino
en sentido de la denominada ciudadanía
cultural (Reguillo, 2000), concepto emer-
gente en el desarrollo de la investigación,
que por definición permite la aparición de
los jóvenes en el espacio público, partici-
pación social y política, encuentros entre
ciudadanos y ciudadano-Estado, tratando
de reivindicar derechos por parte de los
silenciados y subordinados, reconociendo
sus legítimas aspiraciones (Rosaldo, 2000).
Sobresale entonces una ampliación de la
ciudadanía que va más allá de los espacios
tradicionales y formales, los cuales a pesar
de su importancia no ofrecen alternativas
importantes para la participación política
de estos jóvenes formados desde la edu-
cación popular, quienes reclaman que
el ejercicio de la ciudadanía también sea
comprendido y aceptado desde sus prácti-
cas y expresiones artístico- culturales.
El ejercicio de la ciudadanía cultural asu-
mida responsablemente por sujetos acti-
vos pretende una construcción del bien
común, fundamento de la educación
popular e idea que también es asumida
por los jóvenes y expresada con prácticas
ciudadanas dialógicas y reflexivas canali-
zadas a través de cantos, carteles, poemas
y grafitis que dejan en claro su posición
política, proyecto de ciudad y aspiracio-
nes referentes al poder.
De esta manera la participación política de
estos jóvenes adquiere connotaciones par-
ticulares: hace parte de la conducción de
la sociedad, se hace mediante el ejercicio
activo de una forma particular de ciudada-
nía que incide en la toma de decisiones de
los gobernantes, y es necesaria para la exis-
tencia de la democracia. Así, la participa-
ción ciudadana se involucra en la cuestión
pública y repercute en la vida democrática,
pues esta “(…) ya no se sostiene con me-
canismos puramente electorales, sino que
requiere de amplia legitimidad basada en
la participación diversa y conceso ciudada-
no” (Estrada, 2008, p.5).
Asimismo, estos mecanismos de “partici-
pación popular urbana” (Lavín y Nájera,
2003, p.18) adoptados por los jóvenes,
son una acción transformadora, y desta-
can que desde estos actos creativos hay
participación directa, privilegiando el
sistema democrático y el pensamiento
reflexivo, fundamentales para prácticas
individuales y sociales de transformación.
Por otra parte, sobresale el asunto de las
prácticas violentas, erróneamente consi-
derado por algunos jóvenes mediante las
siguientes afirmaciones: “No creo que la
política esté totalmente dañada, pero exis-
ten demasiados perjuicios respecto a lo
que es, a lo que hacen esas personas -los