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Participación política de jóvenes formados
desde la educación popular en
Medellín, Colombia*
Political Participation of Young People Trained through
Popular Education in Medellín, Colombia
*
Arculo resultado del proyecto de invesgación Parcipación Juvenil. Financiado por la Federación Internacional
Fe y Alegría y ejecutado en el periodo 2011-2014.
Resumen
Desde la voz y la mirada de jóvenes agrupados
en organizaciones arsco-culturales que reciben
formación mediante la educación popular, este
arculo pretende reexionar sobre sus percepciones
y práccas polícas en la ciudad de Medellín.
Metodológicamente se recorrió a grupos focales,
observación directa y revisión documental. A nivel de
resultados emergió la importancia del diálogo como
fundamento para parcipar socio-polícamente y la
forma cómo estos jóvenes dinamizan su realidad y
conguran nuevas experiencias micropolícas en sus
territorios y ciudad. Obteniéndose como conclusión
que los jóvenes medellinenses, formados desde la
educación popular, adquieren caracteríscas polícas
signicavas para contribuir en el desarrollo de
sus comunidades; destacándose en ello el aporte
signicavo de la educación popular para la formación
de sujetos con fortalezas para parcipar en el ámbito
de lo políco, incidiendo en la trasformación de los
sujetos y sus realidades.
Palabras clave: educación popular, formación políca,
organización juvenil, parcipación comunitaria, par-
cipación juvenil.
Autor
Juan Felipe Vanegas Upegui
Sociólogo
Planes y Manejos Ambientales
felipevanegas00@gmail.com
Recibido: 23-03-2016
Aprobado: 17-08-2016
Revista Senderos Pedagógicos Nº 7 • enero - diciembre 2016 • pp.41-56 • ISSN 2145-8243
Juan Felipe Vanegas Upegui
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Introducción
Este artículo de reflexión investigativa
presenta un análisis sobre cómo algunos
jóvenes, formados desde la educación po-
pular, conciben y ejercen lo político para
sus prácticas de participación política en
la ciudad de Medellín, Colombia. La in-
dagación se realizó durante los años 2014
y 2015 con miembros del proyecto Parti-
cipAcción Juvenil
2
, en el que participaron
más de doscientos jóvenes pertenecientes
a diferentes grupos juveniles de la ciudad,
con un promedio de edad entre los catorce
(14) y dieciocho años (18). Sin excepción,
los jóvenes estudiaban en algunas de las
Instituciones Educativas Fe y Alegría ubi-
cadas en sectores marginales de Medellín.
2
ParticipAcción Juvenil es un proyecto coordinado
por el programa de Promoción Social y Desarro-
llo Comunitario de Fe y Alegría en la ciudad de
Medellín, que está siendo desarrollado desde el
año 2011. El rol del autor al interior de este pro-
grama como profesional de apoyo y dinamizador
de los grupos, le posibilitó el conocimiento em-
pírico y el acceso a la información que soporta el
contenido de este trabajo.
La línea de exposición de este artículo
inicia con la definición de los principales
utillajes conceptuales empleados para la re-
flexión propuesta. Para el concepto de lo
político se siguieron los planteamientos de
Chantal Mouffe (1999, 2007) y Hannah
Arendt (1996, 1997), a partir de los cuales
emergen los principios éticos y políticos
como aspectos relevantes en la relación in-
terpersonal y social de los sujetos. En lo re-
ferente al concepto de educación popular,
propuesta educativa formalizada por Paulo
Freire (1969, 1970), para esta reflexión se
consideran principalmente los aportes de
Salvador Torres (2000) y Alfredo Ghiso
(2015), pues permiten establecer la conve-
niencia de la educación popular en los es-
pacios de interacción juvenil. Para efectos
de este trabajo, se considera que el aborda-
je de estos conceptos facilita la compren-
sión de la realidad política, educativa y
social en la que están inmersos los jóvenes
que participaron en el proyecto.
Abstract
From the voice and viewpoint of young people grouped in arsc-cultural organizaons that
receive training through popular educaon, this arcle sought to reect on their percep-
ons and polical pracces in the city of Medellin. Methodologically, focus groups, direct
observaon and documentary reviews were used. In terms of results, the importance of
dialogue as a basis for socio-polical parcipaon emerged, as well as how these young
people dynamize their reality and shape new micropolical experiences in their territories
and city. As a conclusion, it was drawn that young people from Medellin, trained through
popular educaon, acquire signicant polical characteriscs to contribute to the develop-
ment of their communies. The signicant contribuon of popular educaon to the training
of subjects with strengths to parcipate in the sphere of polics was highlighted, inuencing
on the transformaon of subjects and their realies.
Keywords: popular educaon, training in polics, youth organizaon, community parci-
paon, youth parcipaon.
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Aproximaciones teóricas a lo políco
Para Chantal Mouffe (2007) lo político
inicia con la diferenciación entre este
concepto y la política: lo político se re-
fiere a la dimensión de antagonismo que
constituye las sociedades humanas; mien-
tras que la política es el conjunto de prác-
ticas e instituciones mediante las cuales
se crea y consolida un determinado orden
y se organiza la coexistencia humana en
el ambiente conflictivo que deriva de lo
político y la vida cotidiana.
Los orígenes de lo político, según lo iden-
tifica Mouffe (2007), se relacionan con
los fundamentos del pensamiento libe-
ral propuesto por Carl Schmitt, basado
en un enfoque racional e individualista
que privilegia la relación amigo-enemigo
como forma de concebir lo político, que
al mismo tiempo impide el reconocimien-
to de las identidades colectivas. Así, la
conformación de un “nosotros” opuesto
a “ellos”, propuesto por el pensamiento
liberal, configura una esfera de decisión
y no de libre deliberación entre las dife-
rentes formas colectivas de identificación
que intervienen en la política.
Desde las consideraciones de Mouffe
(1999), lo político tiene una estrecha rela-
ción con el antagonismo, pero al mismo
tiempo existe la posibilidad de transcen-
derlo. En este sentido, el antagonismo,
como forma de lo político, no es nece-
sariamente una relación amigo-enemigo,
sino que también se presenta la posibili-
dad de que una identidad colectiva no-
sotros, como bien lo son las identidades
juveniles, al relacionarse con ellos, es
decir, con otros grupos poblacionales con
intereses sociales o políticos diferentes, se
promueva un cuestionamiento a la iden-
tidad del “nosotros”; produciéndose una
amenaza a su existencia e incidencia en el
escenario político.
Es en este sentido que en la propuesta
argumentativa de Mouffe (2007), una
forma superior de relación social en el
ámbito de lo político, se denomina como
agonismo. Para comprender este concep-
to es necesario contrastarlo con el anta-
gonismo que, como ya se vio, proviene
del pensamiento liberal y está constituido
por la relación nosotros-ellos; en la que
no se comparten bases de identidad colec-
tivas en común. El agonismo, por su par-
te, establece una relación nosotros-ellos
en la que se reconoce la legitimidad de las
identidades pese a no darse la solución ra-
cional a su conflicto, formas de concebir
el mundo ni a sus proyectos de sociedad.
De manera que, “(…) aunque en conflic-
to, se perciben a sí mismos como perte-
necientes a la misma asociación política,
compartiendo un espacio simbólico co-
mún dentro del cual tiene lugar el con-
flicto” (Mouffe, 2007, p.27). Y si bien el
antagonismo y el conflicto siempre van
a estar presentes (Díaz, 2003), es posi-
ble que a través del establecimiento de
instituciones y prácticas democráticas,
incluyentes y participativas, este se pueda
“domesticar” y desarrollarse de un modo
agonista. Cuando las relaciones sociales
adquieren una connotación agonista, es
entonces cuando aparece lo político.
La emergencia de lo político en la vida
cotidiana, se centra en que ya lo político
no puede buscarse solo en los espacios ha-
bituales, por ejemplo, en el parlamento o
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en los partidos políticos tradicionales. En
la actualidad, lo político se encuentra en
lugares muy diferentes como lo evidencia
el surgimiento de una serie de resistencias
territoriales provenientes desde lo local,
pues son iniciativas ciudadanas desde el
barrio, la cuadra o un grupo de vecinos o
ciudadanos que expresan ciudadanía con
base en expresiones culturales,
3
y no están
ligadas necesariamente a las ideologías y es-
pacios tradicionales. Estos lugares y actores
diferentes y alternativos en los que actual-
mente se encuentra lo político se denomi-
na micropolítica, toda vez que permiten
encuentro y diálogo entre diversos.
La emergencia de estos espacios alternati-
vos gestionados desde los propios territo-
rios, por fuera de los espacios habituales,
se convierte también en una alternativa
a los modos dominantes de participa-
ción institucional, erigiéndose en parti-
cipación social de tipo popular (Lavín y
Nájera, 2003), que logra contextualizar y
articular las propias problemáticas e inci-
dir en procesos socio-políticos de ciudad.
Los jóvenes constituyen uno de los tantos
grupos sociales que no han encajado en la
noción clásica de ciudadanía. En la idea
clásica de ciudadanía vista desde Thomas
Marshall, concepción que se ha confi-
gurado como hegemónica, se define en
tres dimensiones:
3
Algunos ejemplos de estas expresiones son:
marchas de madres comunitarias, realización de
grafitis y murales en los barrios, emisoras comu-
nitarias o barriales y carnavales juveniles. Las ante-
riores son algunas manifestaciones de ciudadanía
con base en expresiones culturales con contenido
simbólico y político realizadas por los diversos ac-
tores sociales y que deben ser consideradas en el
marco de la micropolítica.
La civil, que garantiza los derechos
civiles y las libertades personales para
los miembros de un territorio delimi-
tado; la política, que busca garantizar
el derecho al sufragio y a la participa-
ción y, finalmente, la social, referida a
los derechos de bienestar y vinculados
a la política social del Estado-nación
(Reguillo, 2000, p.33).
Siguiendo a Reguillo (2000), los jóvenes
logran visibilizarse como grupo social,
básicamente en la última mitad del siglo
xx, gracias a la reorganización productiva
de la sociedad que acarrea el aceleramien-
to industrial, técnico y científico con alta
participación de la población juvenil, a la
oferta y el consumo cultural pensado para
los jóvenes y al discurso jurídico que inicia
a recaer sobre estos. Más allá de lo anterior,
el trasfondo de la visibilización de los jóve-
nes ante la sociedad estriba, para Reguillo
(2000), en dos asuntos clave: las prácticas
y las expresiones culturales, perspectivas
desde las cuales los jóvenes evidencian su
existencia ante la sociedad.
Lo anterior significa entonces que los jóve-
nes no están fuera del escenario socio-po-
lítico, a pesar de que la concepción clásica
de ciudadanía los excluya y constituyen,
por el contrario, un grupo social organi-
zado con maneras propias de entender y
ubicarse en el mundo y relacionarse con
los “otros”, con formas de protección y se-
guridad ante un orden social que los exclu-
ye; favoreciendo, ante un mundo incierto,
la consolidación de sentido hacia el futuro
como algo que nace desde el presente.
En este sentido, la concepción clásica de
ciudadanía propicia la exclusión política a
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ciertos grupos sociales, particularmente a
los jóvenes, por su imposibilidad de ejercer
el voto y por las representaciones sociales
negativas referentes a estos; relacionándo-
los con prácticas inmaduras, sin sentido e
incluso delictivas (Perea, 2008), las cuales
aunque están presentes, no son una gene-
ralidad y tampoco les son innatas.
En ese orden de ideas: ¿cómo se podrían
entender las expresiones culturales y ar-
tísticas propias del proceso de visibiliza-
ción de los jóvenes frente a la sociedad,
mediante las cuales expresan su postura
política, intereses sociales, inconformis-
mos, además que proponen alternativas
de organización y expresión política?
Claramente, se debe considerar una for-
ma alternativa para el ejercicio de la ciu-
dadanía, que permita ampliar su sentido
para que estos jóvenes sean considerados
como ciudadanos, reconociendo su dife-
rencia, diversidad, pluralidad, incidencia
en el futuro, pertenencia a la sociedad, y
ejercicio de la ciudadanía desde el arte y
la cultura.
Asimismo, la posible exclusión política
podría generar que estos jóvenes desco-
nozcan asuntos cruciales para la participa-
ción política de manera asertiva, en cam-
bio podrían aceptar y desarrollar prácticas
violentas para hacer valer sus intereses,
negar el diálogo y el reconocimiento
del otro, las diferencias y diversidad de
identidades que conforman la sociedad,
acentuando así el proceso de exclusión
política y referentes negativos sobre las
juventudes.
En complemento a las ideas hasta ahora
presentadas sobre lo político, la política
y la ciudadanía, Arendt (1997) considera
que la política se basa en la pluralidad de
hombres, quienes están juntos a pesar de
la diversidad y logran organizarse políti-
camente en medio del caos absoluto que
generan las diferencias. La política, desde
Arendt, es entonces aquello que permite
unir a los diversos y diferenciarlos; mien-
tras que lo político es considerado como
“los asuntos humanos entre los que nos
movemos todos los días” (Arendt, 1997,
p.52), que hace que los hombres seamos
esencialmente activos y logra que dichos
asuntos tengan durabilidad.
Visto así, el sentido de la política es la li-
bertad, y se logra gracias a la existencia de
lo político debido a que no se trata solo
de la libertad sino también de la vida y
de los fundamentos básicos a través de los
cuales el hombre se organiza políticamen-
te y coexiste con los diversos. Es por ello
que para Arendt (1997):
La política es una necesidad ineludible
para la vida humana, tanto individual
como social. Puesto que el hombre no
es autárquico, sino que depende en su
existencia de otros, el cuidado de esta
debe concernirnos a todos, sin lo cual
la convivencia sería imposible. Misión
y fin de la política es asegurar la vida
en el sentido más amplio. Es ella quien
hace posible al individuo perseguir en
paz y tranquilidad sus fines (p.66).
Lo que permite la convivencia entre los
hombres es lo político, esencia de la polí-
tica. Con base en el pensamiento griego,
Arendt (1997, 1996) argumenta que el
sentido de lo político desde esta civiliza-
ción era que los hombres se relacionaran
entre sí con libertad, solucionando sus
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conflictos y los de la sociedad conversan-
do y persuadiéndose, sin recurrir a la vio-
lencia, la coerción o dominación.
En este sentido, la política tiene dos for-
mas de realizarse, a saber: a través de lo
político y de lo no político. El primero
se refiere al diálogo, discurso, argumen-
tación y persuasión entre ciudadanos
iguales en tanto hombres diferentes. Por
su parte, la política pierde su sentido polí-
tico cuando se comprende fundamentada
en la violencia, considerándose la domi-
nación como el concepto central de la
teoría y praxis política.
Así, la participación en la política desde lo
político, es un valor en sí misma, un dere-
cho fundamental, un deber (Díaz, 2003);
un medio de relación social basado en la
convivencia, “(…) mejora social y personal,
y búsqueda e implementación de solucio-
nes colectivas para problemas concretos del
mundo de la vida” (Martínez, 2003, p.5).
Educación popular: horizontes
pedagógicos, sociales y polícos
La educación popular, a pesar de que ha
estado en constante configuración y retro-
alimentación, surgió en América Latina
bajo la praxis y el pensamiento de Paulo
Freire en la década de 1960. Fue formula-
da como una corriente pedagógica carac-
terizada por su postura política manifesta-
da desde los procesos de educción social;
intencionalmente emancipadora a partir
de la reflexión y la acción crítica de suje-
tos concretos.
Los principios de la educación popular
que en esta reflexión se rescatan son: pe-
dagógicos, sociales y políticos; siendo tres
los ejes transversales que deben también
ser aclarados, en tanto son la directriz de
la reflexión central de este artículo: los su-
jetos concretos a los que se refiere la edu-
cación popular, el diálogo y lo dialéctico.
Cuando se habla de sujetos en la educa-
ción popular se hace alusión a los pobres,
sectores populares, gobiernos locales,
mujeres, niños y jóvenes, pero también a
las Organizaciones No Gubernamentales
(ong) y demás instituciones que promue-
ven, apoyan y acompañan los procesos y
actores sociales que creen y se inclinan
por la postura política, social y pedagógi-
ca que este tipo de educación propone. Es
en esta línea que Torres (2000) sostiene
que la educación popular tiene como ele-
mento constitutivo la pretensión de cons-
truir sujetos que intervienen con propues-
tas y proyectos políticos y en programas
educativos a partir de una pedagogía que
afecta sus estructuras mentales, valorati-
vas y simbólicas. Es de reconocer no solo
a los sujetos sociales, sino también la sub-
jetividad que estos desarrollan a través de
la educación popular, caracterizada por la
autonomía y criticidad.
Los sujetos sociales no son dados de ma-
nera objetiva o simplemente aparecen en
la realidad como caídos del cielo; estos
se constituyen a través de prácticas y re-
flexiones históricas e intersubjetivas; me-
diante el diálogo dialéctico de saberes que
logran entablar. Lo mismo sucede con la
realidad social a la que se enfrentan, la
cual, si bien está para transformarla, su
conocimiento y comprensión no es obje-
tivo y tampoco se presenta de la misma
manera, sino que es una interpretación a
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la que cada sujeto le da su propio signifi-
cado (Torres, 2000).
Esto expresa que no existen realidades ab-
solutas ni sujetos homogéneos en la edu-
cación popular, sino que los sujetos for-
mados a través de metodologías dialógicas
y participativas ofrecidas por la educación
popular, son los llamados a comprender
críticamente la realidad social, política y
educativa en la que interactúan, con el fin
de transformarla.
Otro eje clave en la educación popular es
el diálogo, el cual más que reducirse a una
palabra o una técnica, es una práctica, una
metodología, algo innato al hombre y a
su naturaleza. Alfredo Ghiso (2015) se re-
fiere al diálogo como elemento principal
que convierte al hombre en ser humano
críticamente comunicativo, permitiéndo-
le reflexionar sobre la realidad, su poten-
cial y alternativas para transformarla. El
diálogo permite reflexión conjunta sobre
lo que se sabe y no se sabe, el acercamien-
to al objeto de estudio y su investigación,
además de la vinculación del sujeto con la
realidad en que interactúa.
Ghiso (2015) parte por establecer que des-
de su raíz etimológica, diálogo, significa,
a través de la palabra; pero además es dis-
curso consciente y reflexivo con el objetivo
de generar cabio en los sujetos y sus reali-
dades. Gracias al diálogo se genera incerti-
dumbre en lo que se cree cierto; su práctica
no es de manera espontánea sino un acto
lingüístico que permite el encuentro con el
otro para construir conocimiento median-
te el logos, que es la palabra consciente,
reflexionada y transformadora. Entonces,
desde estas aproximaciones al diálogo en
la educación popular, propone Ghiso que
el principal compromiso ético debe ser no
usarlo como mecanismo de manipulación;
es decir, que no debe ser asumido como
una técnica para obtener resultados, da-
tos o información y tampoco como una
táctica para hacer amigos o lograr ciertos
objetivos.
En lo concerniente a lo dialéctico, en la
educación popular se refiere a que, si bien
el punto de partida es lo concreto, lo sim-
ple, lo más cercano, es decir, la práctica
social de los sujetos que participan del
proceso educativo y político, este punto
inicial debe ser trascendido hacia lo abs-
tracto y lo complejo. Lo que significa una
praxis social más consciente y de mayor
impacto, a través de las reflexiones que
suscite el proceso y el mayor nivel de con-
cientización que lo sujetos sociales van
adquiriendo; para de ese modo mejorar la
práctica socio-política y estar en constan-
te formación y transformación personal y
social (Torres, 2007).
Un argumento que refuerza la pertinen-
cia de la educación social, en particular
la educación popular, con los lugares di-
ferentes y alternativos en los que actual-
mente se encuentra lo político, estriba
en lo que algunos estudios pedagógicos y
sociológicos resaltan como la “(…) fuerte
influencia ejercida por las políticas eco-
nómicas en los sistemas de educación
tradicional, que obstaculizan las posibili-
dades de participación y transformación
socio-culturales” (Lavín y Nájera, 2003,
p.35). De ahí la necesidad de abordar los
procesos formativos desde otros paradig-
mas educativos como es el caso de la edu-
cación popular, que:
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(…) trata, en lo particular, de prácticas
socioeducativas más o menos sistema-
tizadas, enfocadas a enfrentar necesi-
dades o inquietudes de personas, gru-
pos y movimientos sociales acerca de
cómo resolver problemas de sus con-
diciones de vida y mejorar y/o resguar-
dar su entorno ecosocioambiental.
Desde esta perspectiva, el fenómeno
educativo que se verifica en la socie-
dad alcanza una versatilidad, diversi-
dad y pluralidad que ha complejizado
las tareas de socialización y formación
humana (Lavín y Nájera, 2003, p.36).
Hasta este punto se ha establecido un
marco conceptual útil para explicar
cómo se relaciona lo político con la edu-
cación popular, toda vez que mediante
la formación basada en el diálogo para
potencializar sujetos dialécticamente crí-
ticos y reflexivos es posible que estos, en
este caso los jóvenes con quienes se desa-
rrolló la investigación, ejerzan su ciuda-
danía y participen políticamente desde
la micropolítica y lo político. Lo cual
será ampliado en la parte de discusión
de los resultados y conclusiones que se
encuentran después del desarrollo meto-
dológico que viene a continuación.
Metodología
La investigación social cualitativa apun-
ta a la comprensión de la realidad vista
como un proceso de construcción, en el
que confluye la lógica de los múltiples
y diversos actores (Galeano, 2009); bus-
cando su conocimiento “desde adentro”
y dando especial énfasis a las singulari-
dades y particularidades de los procesos
sociales. Lo subjetivo, lo vivencial, la in-
teracción entre los sujetos, lo cotidiano,
lo local y cultural son aspectos clave para
comprender los significados y cualida-
des de los actores y, por supuesto, de los
procesos sociales.
En consecuencia con lo anterior, las es-
trategias metodológicas utilizadas en el
desarrollo de la investigación fueron rea-
lizadas con los jóvenes miembros de Par-
ticipAcción Juvenil que ya hacían parte
de procesos de formación desde la edu-
cación popular. Dichas estrategias se divi-
dieron en dos bloques. El primero se basó
en la observación directa y revisión docu-
mental, mientras que el segundo buscó el
intercambio entre el equipo investigador
y los jóvenes que participaron del proyec-
to por medio de la realización de dos (2)
grupos focales.
Las salidas de campo para realizar obser-
vación directa se realizaron entre 2014 y
2015 en eventos tales como: carnavales
barriales, marchas juveniles, actividades
culturales que incluían bailes, poesía, y
otras expresiones artísticas en contextos
tales como la celebración de la semana
de la juventud y encuentros de resisten-
cia social frente a coyunturas sociales,
políticas y educativas. Los objetivos de
ParticipAcción Juvenil en estos eventos
fueron: “desestigmatizar” a los jóvenes,
incidir en las representaciones sociales
que existen en torno a este grupo pobla-
cional y participar en la construcción de
lo político. Los escenarios en los que se
realizaron estas actividades fueron las
Instituciones Educativas en las que es-
tudian los jóvenes, los barrios y comu-
nas en las que habitan, y los escenarios
públicos destinados en la ciudad de Me-
dellín para realizar este tipo expresiones
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ciudadanas, tales como el Centro de la
ciudad y la Plazoleta de La Alpujarra al
frente del Concejo Municipal.
Considerando que el grupo focal es una de
las estrategias de investigación social cuali-
tativa que, de manera grupal e interactiva,
permite la recolección de información a
través de una conversación, en donde el
investigador define categorías e interro-
gantes que guían la discusión (Galeano,
2009), se realizaron dos (2) grupos focales
en los que participaron veinticuatro (24)
jóvenes (doce jóvenes diferentes por cada
grupo focal). Las categorías que guiaron la
discusión fueron: ser joven, participación
política, la educación formal en contraste
con la educación popular, la ciudadanía y
su ejercicio como tal.
Al finalizar cada grupo focal se presenta-
ron, por parte del investigador, los resul-
tados más significativos de las discusiones
en concordancia con el propósito de la
actividad investigativa, para que los jóve-
nes partícipes debatieran las conclusiones
y validaran los resultados.
Los resultados obtenidos en el trabajo de
campo fueron triangulados con los gru-
pos focales, el contenido de los diarios
de campo y la información producto de la
investigación documental. El análisis de la
información se realizó mediante el método
hermenéutico, ya que permite establecer
relaciones entre la información producida
en el trabajo de campo con la teoría mis-
ma; es decir, los resultados simbólicos y de
sentido del grupo focal y la observación
directa en relación y confrontación con las
categorías teóricas propuestas.
Reexiones y discusión en torno a los
resultados
Los resultados permitieron identificar, en
primera instancia, que las concepciones de
los jóvenes sobre lo político y la política no
son claras, y no establecen diferenciacio-
nes entre estos conceptos y sus aplicacio-
nes cotidianas. Percibiéndose cierto acer-
camiento a lo político en relación con la
poesía, la igualdad y la paz en relación a las
propuestas que no cumplen los políticos
y con la falsa representación que hace el
político de los pobres, ya que “no expresa
lo que realmente nosotros pensamos ni lo
que pasa hoy en día en el país (…) donde
el político encorbatado no pertenece al
pobre y que igualmente el pobre no tiene
voz”,
4
tal como lo expresa una de las jóve-
nes que participó de los grupos focales.
De acuerdo con los resultados, las per-
cepciones de la política que tienen los
jóvenes van en contra vía de lo propuesto
por Arendt (1997), en tanto para ellos, los
adultos, que son los que practican la polí-
tica, siempre los “van a tener en la mala”,
“no nos dan la oportunidad de mostrar
lo bueno que tenemos” y “nos van a ver
como algo que está ahí y simplemente le
estorba a la sociedad”; concluyendo que
lo que piensan los otros, los adultos, de los
jóvenes “siempre es desde un lado negati-
vo”. Visto así, estas percepciones alejarían
a los jóvenes de la política en el sentido
en que no encuentran en ella un espacio
que da lugar a la diversidad y pluralidad,
como tampoco al diálogo y a la libertad.
4
Todas las afirmaciones de los jóvenes presentadas
en este artículo fueron obtenidas en grupos foca-
les realizados en el marco de esta investigación el
1 de noviembre del 2014.
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La apatía y el malestar hacia la política y sus
prácticas tradicionales son evidentes en las
expresiones de los jóvenes, por ejemplo:
La política ha abandonado su esen-
cia, y ahora se refiere a una carrera en
la que el que tenga más poder, gana,
(…) por eso yo lo veo como algo ne-
gativo, porque las personas que hacen
la verdadera política son asesinadas y
los que se dedican a hacer daño y pre-
fieren la corrupción siempre quedan
vivos, libres y adquieren más poder
(Grupo focal, 2014).
Esto, analizado desde Mouffe (2007), su-
giere que para estos jóvenes hay carencia de
oportunidades para participar democráti-
camente en la política, ya que su existencia
e identidad como grupo social podría verse
no reconocido y vulnerado, representando
una amenaza para su existencia.
Además, las opiniones de los jóvenes que
evidencian exclusión y una distancia con
la praxis política de los adultos, permiten
identificar una relación de antagonismo
con los “otros” y generación de vínculos
sociales que no están fundamentados en
el diálogo ni el reconocimiento del otro;
características esenciales que ofrece lo
político y la educación popular para que
estos jóvenes participen políticamente de
manera activa y asertiva.
Si bien las aproximaciones que poseían
los jóvenes que participaron de los grupos
focales sobre las concepciones y diferencia-
ciones de la política y lo político estaban
fundamentadas en sus experiencias, intui-
ciones o reflexiones del momento, es de
comprender que no se encontró una con-
tundente relación entre sus perspectivas y
los constructos académicos. Sin embargo,
en ningún momento se trató de evaluar so-
bre estándar alguno, sino de comprender,
identificar, reflexionar y tratar de explicar
sus propias realidades, incidencia en ellas
y posibles puntos de encuentro con lo po-
lítico en términos académicos, sus diferen-
cias y complementariedad. No obstante, la
formación que reciben desde la educación
popular y las prácticas de participación po-
lítica a las que recurren dan pie para con-
siderar el aprovechamiento de los escena-
rios de micropolítica y las potencialidades
adquiridas mediante la educación popular
que ayudan a que ejerzan ciudadanía y par-
ticipación política.
Es así como desde la perspectiva de los jó-
venes, estos practican los principios de lo
político en el colegio a través de la elección
del representante del salón o del persone-
ro, siempre y cuando haya una conciencia
real de las propuestas, intereses políticos,
límites y potencialidades propuestos por
el candidato y no dejándose llevar por ar-
gumentos materialistas, irrisorios o idealis-
tas. Es de aclarar que de solo practicarse el
voto sin conciencia se estaría ejerciendo la
política sin sentido político. Mientras que
cuando se reflexionan aquellas propuestas,
son dialogadas y problematizadas por los
diversos actores y sujetos sociales participes
de dicho escenario político; se ejerce parti-
cipación desde lo político.
Las percepciones y prácticas juveniles per-
miten inferir que la formación que reci-
ben desde la educación popular está ayu-
dando a que los jóvenes se consideren a sí
mismos como sujetos con la posibilidad
de cambiar la realidad, y que hallen en la
vida cotidiana diversos espacios físicos y
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sociales no tradicionales para encontrarse
con el otro y dialogar sobre asuntos po-
líticos. Además de la construcción sobre
sí mismos como sujetos y grupo social, la
educación popular contribuye a que las
prácticas mediante las cuales los jóvenes
participan en asuntos políticos sean acor-
des con su identidad y expectativas, pues
optan por hacerlo mediante expresiones
artístico-culturales con un alto nivel de
contenido simbólico.
De este modo, considerando las palabras
dadas por los jóvenes, las prácticas en que
estos consideran que hacen ejercicio de
lo político están contempladas en ámbi-
tos que van desde sus hogares hasta sus
Instituciones Educativas, y están funda-
mentadas en la igualdad de condiciones y
horizontalidad en las relaciones sociales.
En este sentido, hay relación directa con
lo propuesto por Arendt (1997) en cuan-
to a la participación en el espacio público
a través de la deliberación, fundamento
que incluso desemboca en la posibilidad
de crear nuevos comienzos; es decir, el fu-
turo como potencialidad, susceptible de
construirse desde sus propias realidades.
Así mismo, hay presencia de criterios éti-
cos, lo dialéctico, la crítica y la reflexión,
que son características aportadas por la
educación popular.
En consecuencia, la participación políti-
ca es una preocupación en los procesos
formativos implementados desde la edu-
cación popular que reciben estos jóvenes;
con todo, la participación socio-política
es también una construcción socioedu-
cativa y al mismo tiempo un proceso de
aprendizaje (Salmán y García, 2011). Por
lo anterior, continuando con las posibles
formas de participar en lo político, ya
no desde las percepciones sino desde las
prácticas y actividades concretas que los
jóvenes realizan, es a través de la creación
de grupos juveniles en los que se divier-
ten, “aprenden y se podría llegar a encon-
trar la igualdad”, tal como expresó en un
grupo focal. Esta forma de organización
contribuye, inclusive, a crear conciencia
sobre algunas de las problemáticas socia-
les más acuciantes, por ejemplo, el cui-
dado del medio ambiente. Conciencia
que podría ser llevada por estos jóvenes
a otros escenarios colegio, familia, lo-
grando una conciencia de mayor enverga-
dura y de esta manera proyectar acciones
para incidir en dichas problemáticas.
Los grupos juveniles fortalecen también
su identidad social, narraciones colecti-
vas, organización como sujetos sociales y
proyecciones sociopolíticas. En estos gru-
pos establecidos desde la educación popu-
lar, se vislumbra cualidades dialógicas y
participativas, reconociendo otros sujetos
sociales en sus diferencias y similitudes;
asumiendo principios de solidaridad y
ética, con criterios para cuestionar los as-
pectos objetivos de la sociedad y la cultura
tales como la inequidad, la desigualdad y
las injusticias. Características de la educa-
ción tradicional que les imparten en las
instituciones y en la misma familia, y los
desafíos a los cuales deben hacerle frente
para superar el statu quo.
Asimismo, una forma utilizada por los
jóvenes para participar desde lo político
es a través de las opiniones que se dan.
Compartir los puntos de vista, persuadir,
discutir diversas problemáticas y hacer
uso adecuado de la palabra a través de
Juan Felipe Vanegas Upegui
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opiniones fundamentadas y propuestas
viables, es una forma de participar en lo
político, concordante con los desarrollos
teóricos realizados para la reflexión.
Es importante señalar que, aunque no son
nombradas de manera directa por los jóve-
nes, estos participan social y políticamen-
te a través de expresiones artísticas tales
como marchas juveniles, presentaciones
de poesía y teatro, además de diversas to-
mas lúdico-recreativas, solo por mencionar
algunas de dichas expresiones con sentido
político, en las que involucran a niños,
adultos mayores y otros actores sociales,
y mediante las cuales hacen uso activo de
su ciudadanía en los escenarios locales.
No en sentido clásico y tradicional, sino
en sentido de la denominada ciudadanía
cultural (Reguillo, 2000), concepto emer-
gente en el desarrollo de la investigación,
que por definición permite la aparición de
los jóvenes en el espacio público, partici-
pación social y política, encuentros entre
ciudadanos y ciudadano-Estado, tratando
de reivindicar derechos por parte de los
silenciados y subordinados, reconociendo
sus legítimas aspiraciones (Rosaldo, 2000).
Sobresale entonces una ampliación de la
ciudadanía que va más allá de los espacios
tradicionales y formales, los cuales a pesar
de su importancia no ofrecen alternativas
importantes para la participación política
de estos jóvenes formados desde la edu-
cación popular, quienes reclaman que
el ejercicio de la ciudadanía también sea
comprendido y aceptado desde sus prácti-
cas y expresiones artístico- culturales.
El ejercicio de la ciudadanía cultural asu-
mida responsablemente por sujetos acti-
vos pretende una construcción del bien
común, fundamento de la educación
popular e idea que también es asumida
por los jóvenes y expresada con prácticas
ciudadanas dialógicas y reflexivas canali-
zadas a través de cantos, carteles, poemas
y grafitis que dejan en claro su posición
política, proyecto de ciudad y aspiracio-
nes referentes al poder.
De esta manera la participación política de
estos jóvenes adquiere connotaciones par-
ticulares: hace parte de la conducción de
la sociedad, se hace mediante el ejercicio
activo de una forma particular de ciudada-
nía que incide en la toma de decisiones de
los gobernantes, y es necesaria para la exis-
tencia de la democracia. Así, la participa-
ción ciudadana se involucra en la cuestión
pública y repercute en la vida democrática,
pues esta “(…) ya no se sostiene con me-
canismos puramente electorales, sino que
requiere de amplia legitimidad basada en
la participación diversa y conceso ciudada-
no” (Estrada, 2008, p.5).
Asimismo, estos mecanismos de “partici-
pación popular urbana” (Lavín y Nájera,
2003, p.18) adoptados por los jóvenes,
son una acción transformadora, y desta-
can que desde estos actos creativos hay
participación directa, privilegiando el
sistema democrático y el pensamiento
reflexivo, fundamentales para prácticas
individuales y sociales de transformación.
Por otra parte, sobresale el asunto de las
prácticas violentas, erróneamente consi-
derado por algunos jóvenes mediante las
siguientes afirmaciones: “No creo que la
política esté totalmente dañada, pero exis-
ten demasiados perjuicios respecto a lo
que es, a lo que hacen esas personas -los
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políticos-, entonces uno siempre opta es
por irse por la violencia”. Lo anterior fue
verbalizado como posible forma de rela-
cionarse con el otro en el ámbito políti-
co y que en realidad se configura como
una negación de lo político, en tanto se
desconoce al otro en su diferencia y no
da cabida al diálogo entre sujetos para
solucionar conflictos sociales de manera
agonista.
No obstante, las prácticas y mentalidad
violenta a la que se aludió, presente en al-
gunos discursos de estos jóvenes, tenidas
en cuenta como mecanismo para hacer
frente a la falta de valores que imperan en
la política y a las consecuencias negativas
ocasionadas por las decisiones y acciones
de los políticos, no son un recurso para la
participación política al que sea suscepti-
ble recurrir, a pesar de que algunos auto-
res afirmen que la violencia es un elemen-
to constitutivo de la realidad colombiana.
Al respecto comenta Gallo (2012) que:
Una guerra tiende a convertirse en el
fenómeno más englobante de la reali-
dad de un país, el proceso dominante
al que tienen que supeditarse los de-
más procesos sociales, económicos,
políticos y culturales, y que, de manera
directa o indirecta, afecta a todos los
miembros de una sociedad (p.9).
Además es de considerar que la violencia
no se reconoce apropiado en los prin-
cipios de la educación popular ni de lo
político, y por lo tanto es un tema que
debe ser abordado en los procesos forma-
tivos con la finalidad de que no se gene-
ralice este pensamiento y se reconozcan
los componentes negativos de este tipo de
pensar y actuar.
Por otro lado, cuando se preguntó por
los objetivos de participar en lo político,
varios jóvenes respondieron al unísono:
“mejorar”. Respuesta que devela la mi-
sión socio-histórica de las juventudes:
cambiar el estado de cosas. La idea de
mejorar, además del cambio, implica inci-
dencia para dinamizar la realidad y dotar-
la de nuevos sentidos.
Para alguien que participó del grupo focal,
las intencionalidades principales de parti-
cipar en la política de un modo político
son: “Crecer, que nos vean diferentes y
más autónomos en la toma de decisiones”;
planteamiento que se refiere a dos asuntos
muy importantes: el primero es la idea de
la juventud como transición, en la que no
siendo niños pero tampoco adultos, están
en la formación de su identidad y proyecto
de vida, pero también poseen capacidad
para tomar decisiones sobre sí mismos,
sumándole el derecho a participar en la
construcción de país, lo cual da pie para
pensar en la juventud enfocada no solo en
la construcción del futuro sino también
como los protagonistas del presente. En se-
gundo lugar, se evidencia la incidencia de
los jóvenes, como grupo social, para cam-
biar la representación social estigmática
(Goffman, 2015) que recae sobre ellos, en
la que se caractericen por su autonomía.
Retomando algunos de los aspectos con-
templados sobre el futuro, relacionados
con el ejercicio de la ciudadanía cultural y
la idea de cambio social, es de destacar el
comentario de un joven en el que plantea
que: “se trata de buscar un bienestar a fu-
turo, tanto de la vida de nosotros como la
de quienes nos rodean, ya que queremos
mejorar”.
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El mayor beneficio socio-político al que
se puede aspirar mediante el ejercicio de
lo político, consideran los jóvenes, son las
posibilidades de construir cosas grandes
desde lo pequeño, es decir, desde lo local
y desde sí mismos; rescatando así un pilar
de la educación popular: lo dialéctico. Su
argumentación estuvo centrada en la nece-
sidad de ver grandes cambios y llenos de
publicidad para poderlos considerar como
importantes y significativos. Necesidad
que se presenta como un oscuro velo que
obstaculiza dirigir la mirada a lo pequeño,
las microsituaciones susceptibles de poten-
cializarse y generar grandes trasformacio-
nes que van desde lo personal y podrían
tener un trascendental impacto social.
En este sentido, es de reconocer la inci-
dencia de estos jóvenes en la micropolí-
tica y recordar lo que proponen Mouffe
(2007) y Arendt (1996) en tanto que la
política de hoy en día emerge en la vida
cotidiana y no propiamente en los espa-
cios tradicionales, sin que el cambio de
escenario que ello implica modifique ne-
gativamente la institucionalidad o la for-
ma en que se instituye la sociedad, sino
que, por el contrario, da cabida a la plu-
ralidad y diversidad provenientes desde
los escenarios locales.
Retomando el ejemplo de la problemá-
ticas ambientales para identificar las po-
sibilidades de generar grandes cambios,
estos jóvenes proponen pensarlo de la
siguiente manera:
Muchos jóvenes por ahí deben estar ti-
rando la basura, pero uno que otro ya
está empezando a tomar conciencia y esa
conciencia va a viajar a una casa, a unos
amigos y se van a ir creando pequeños
grupos que se van a unir y van a crear
uno grande, entonces ahí sí se van a ver
las cosas grandes que los jóvenes pode-
mos hacer (Grupo focal, 2014).
Conclusiones
Con base en las consideraciones anterio-
res, se puede afirmar que un beneficio
significativo para estos jóvenes será que
a través de su participación en la política
con sentido político se constituyen como
ciudadanos con cualidades centradas en
la reflexión, el análisis, el pensamiento
crítico y la acción trasformadora, que los
beneficia tanto en el plano individual
como colectivo. Se destaca, pues, el sig-
nificativo aporte de la educación popular
en la formación de sujetos con fortalezas
en el ámbito de lo político que podría
cumplir el anhelo de cambio social, tan
propio de las juventudes.
Con relación a la cotidianidad de los jó-
venes, sus expectativas individuales y su
futuro, encaminados a trastocar los esque-
mas mentales y las prácticas sociales den-
tro de las cuales son encasillados, sobre-
salen los principios sociales, pedagógicos
y políticos de la educación popular y el
ejercicio de la política con sentido polí-
tico como recurso para hacer frente a los
desafíos socio-históricos a los que se en-
frentan. Reconociendo su contribución
para elevar el nivel de conciencia de estos
jóvenes y a hacer manifiestos los impactos
que los procesos formativos desde la edu-
cación popular puede tener en la vida de
los sujetos que en ellos participan.
Esta indagación ha permitido establecer
que los jóvenes medellinenses formados
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desde la educación popular, adquieren
características políticas significativas
para contribuir en el desarrollo de sus
comunidades y continuar luchando por
sus utopías sociales y políticas. Lo ante-
rior representa un significativo reto para
las Instituciones de Educación Superior:
fomentar la participación política de las
juventudes e implementar estrategias
propias de la educación popular para
contribuir en la sostenibilidad de estos
procesos edusociopoliticos.
Asimismo, la voluntad participativa de es-
tos jóvenes fluye en el mundo de la vida
cotidiana y se articula con su educación,
familia y otras instituciones sociales, para
promover aprendizajes y transformaciones
sociales gracias la implementación y desa-
rrollo de la participación socio-política de
estos actores sociales. Existe, pues, por parte
de estos jóvenes la suficiente cultura de par-
ticipación, y niveles altos de corresponsabili-
dad en la construcción de una sociedad más
democrática. Todo esto desde lo político, la
educación popular, la micropolítica y el ejer-
cicio de la ciudadanía cultural.
Finalmente, se considera la educación
popular como propuesta formadora y
trasformadora de sujetos y realidades, que
contribuye significativamente a construir
un mundo social y político más humano
y equitativo; habitado por sujetos críticos y
conscientes, que ofrece fundamentos para
relacionarse con el otro desde el diálogo y
el reconocimiento de las diferencias. Así,
cualitativamente se destaca una estrecha
relación entre la educación popular y lo
político, que abre la posibilidad de dotar a
la política, sus actores, instituciones y prác-
ticas, de un sentido más incluyente, demo-
crático, dialógico y participativo.
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Cómo citar este arculo:
Vanegas, J. (2016). Participación política de jóvenes formados desde la educación popular
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Salmán, L. y García E. (2011). El papel
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