Revista Senderos Pedagógicos • Nº 6 • enero - diciembre 2015 • pp.53-67
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ta, dada por un participante, quien para
argumentar al respecto de la palabra gay
dice: “se oye fea cierto, a mi mamá no le
gusta y a mí tampoco” (IS, 5 años), la cual
corresponde a una expresión adoptada
desde la madre. A modo semejante, Mi-
chel (2001) hace una reflexión exponien-
do que los comportamientos sexistas en
las instituciones educativas se transmiten
a las niñas y los niños por el contenido de
los libros y manuales escolares, como tam-
bién desde las actitudes y comportamien-
tos de los mismos docentes. Al respecto
afirma que:
La presencia del sexismo en la escuela
revela que esta última no hace más que
reflejar los prejuicios de la sociedad y,
por tanto, no pasa de ser una institu-
ción social que refuerza el sexismo res-
pecto a las niñas y las mujeres que se
inculca a niños y niñas ya con anterio-
ridad a su ingreso en las instituciones
escolares. (p.75)
Es decir que cada estudiante ingresa al
colegio con un prejuicio sexista adquiri-
do de la sociedad, el cual es reforzado por
las maestras y maestros y demás agentes
educativos en la institución, corroboran-
do que estos lenguajes, no solo se apre-
henden sino que se replican en la cotidia-
nidad. Por ejemplo IS, un niño de cinco
años, dice que “los hombres no pueden
jugar a las muñecas, tampoco pueden
jugar a la casita, pero si son hombres
entonces sí, si tienen un Barbie que sea
un hombre y el otro una mujer entonces
sí se puede”, dando a entender que los
hombres no pueden acceder a juegos que
desde el estereotipo social no son mascu-
linos y por tanto no son concebibles para
unos o para otros; de allí que los hombres
desde la percepción del entrevistado solo
puedan jugar con “Barbie hombre”, narra-
ción que se puede confrontar con algunas
expresiones halladas en una entrevista
realizada a niñas y niños en edades entre
5 y 8 años, y publicada a través de redes
sociales (Fanpage.it, 2014 ), a quienes se
les preguntó: “¿en tu opinión, puede exis-
tir el amor entre un hombre y otro hom-
bre o entre una mujer y otra mujer?”, y
uno de ellos responde: “no”, argumen-
tando “mi padre dice que son enfermos”.
Concordando con las expresiones halla-
das en la investigación, son situaciones
que permiten concluir que las y los adul-
tos son agentes educativos de gran impor-
tancia en la vida de las niñas y los niños, y
que todas sus acciones y expresiones serán
replicadas y dirigidas a algunas personas o
grupos de personas, y pueden aludir a
lenguajes discriminatorias.
Paralelamente, al analizar la diversidad
étnica, se hallan expresiones que si bien
son eufemismos no se configuran como
discriminatorias o antidiscriminatorias,
por ejemplo: “negro”, “negrito”, “morenito”,
las cuales dependiendo de la intención
(afecto o rechazo) se configuran en una u
otra categoría. Por ejemplo, en el estudio
de caso titulado «Del color de la piel al
racismo, prácticas y representaciones so-
bre las personas afrodescendientes en el
contexto escolar bogotano» (2010), se en-
cuentra como principal objeto de estudio
el racismo, donde la investigadora realizó
varias observaciones en un aula de niñas
y niños con edades entre los 5 y 6 años, y
donde uno de los estudiantes es un niño
negro, al cual todos y todas incluso la
profesora le llaman “negro” o “negrito”. Al