Prosperidad sin Crecimiento. Economía para un planeta nito
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En-Contexto 5(7) • julio - diciembre 2017 • Medellín - Colombia • página 281 de 328 • ISSN: 2346-3279
Revista de Investigación en Administración, Contabilidad, Economía y Sociedad
Esto resulta paradójico pues en la medida en que para incentivar el crecimiento,
los Estados permiten prácticas más riesgosas por parte de los agentes en los
mercados o asumen a través de las políticas públicas la tarea de movilizar
recursos para el crecimiento económico, las cuales terminan en consecuencias
indeseables: permanentes estados de décit scal para aumentar la capacidad
de consumo interna, incentivos a los ciudadanos para endeudarse, para comprar
las cosas que permiten recuperar la “prosperidad” perdida.
Un segundo aspecto crucial en la reexión de Jackson es que nuestra idea de
prosperidad es errada, lo que signica “prosperidad” para las personas es un
complejo conjunto de factores (económicos, sociales, históricos, psicológicos).
Mientras que el individualismo (signo del capitalismo occidental) plantea una
idea muy reducida de prosperidad entre las personas: todo está bien, si yo estoy
bien, y yo estoy bien si tengo para consumir los bienes y servicios que me dicen
que estoy bien.
Esto conlleva una desvinculación de la prosperidad individual de la
prosperidad general y la vinculación de la prosperidad con la idea de opulencia
-disponibilidad permanente y creciente de bienes materiales-, y estas ideas
tienen como consecuencia que nuestros modelos de prosperidad basados en el
crecimiento no tengan ninguna posibilidad en un futuro muy corto.
En este sentido Jackson señala la necesidad de dar paso a una economía
donde la prosperidad individual y colectiva vayan de la mano, y donde se
identique la prosperidad con la “utilidad de las cosas” o con las “capacidades
de orecimiento”, donde la premisa no sea que en todo momento y en todo
lugar “mas, siempre sea mejor”. Lo cual implica la necesidad de crear nuevos
indicadores que midan el bienestar y la prosperidad económica, y planteando
una crítica a la utilidad del PIB (PNB) para medir la multiplicidad de factores
que inciden en la prosperidad humana (los servicios del hogar, las acciones de
voluntariado, las prestaciones de los bienes ambientales, la no contabilización
de los daños ambientales).
Jackson hace énfasis en la importancia de comprender el bienestar como
realización -siguiendo los trabajos de Sen y Nusbawn- en el cual las capacidades
humanas esenciales están relacionadas con la vida, la salud física, la integridad
física, la razón práctica, los niveles de aliación social y el juego y control del
entorno propio. En este sentido, una nueva generación de políticas económicas
debe abrirse paso: aquellas que se centren en aspectos relacionados con las
dimensiones del orecimiento personal, y que hagan compatible la estabilidad
económica con las capacidades de orecimiento humano.